Un agujero en la cocina

 

 

La puerta de la alacena caía inquisidora hacia la mesada de mármol, reclamando los platos y cubiertos diseminados a los costados de la pileta, que una vez lavados y secos se ubicarían en su interior. La bisagra, agotada de sostenerse sin la colaboración de la madera descompuesta por la humedad, había cedido, dejando al descubierto una taza mediana. Se trataba de un recipiente redondo y alto. Al esmaltado lo surcaban líneas entrecruzadas formando una telaraña. Con dificultad se leía una inscripción en letras azules descoloridas: Tú y Yo.

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