Sopa de Letras

Llegué agitado, sostuve la manija de la puerta para no caerme y entré. Sus ojos asomaban por detrás de las tapas duras del libro, la mirada fría reprobaba mi llegada tarde, una costumbre que no podía dominar, esas taras que uno arrastra de chico, una carga genética que nos hace confrontar entre el deseo y la acción.

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