Consideraciones sobre un versito popular
Todos los patitos
Todos los patitos se fueron a bañar
El más chiquitito se quiso quedar
La mamá enojada le quiso pegar
Y el pobre patito se puso a llorar
Consideraciones sobre un versito popular
Todos los patitos
Todos los patitos se fueron a bañar
El más chiquitito se quiso quedar
La mamá enojada le quiso pegar
Y el pobre patito se puso a llorar
Si lo puedo contar es porque estaba ahí y presencié los acontecimientos los que sin mi participación no se hubiesen consumado. No creo necesario detallar el lugar donde sucedió pero no está de más decir que me sentía seguro en él. No soy de los que piensan que es necesario un entorno apropiado para que ciertas cosas sucedan.
Damián no había cumplido dos años cuando a su padre lo transfirieron a la embajada argentina en Londres. Si ese episodio fortuito e inesperado para la familia no hubiese ocurrido, habría conocido a Camilo, su vecinito del cuarto B. Cada mañana, tomados de la mano, atravesarían la plaza camino al jardín de infantes del colegio Sagrado Corazón donde la seño Verónica los esperaría con una sonrisa. Con el paso del tiempo compartirían la primaria.
La despedida perfecta
Bajé a la playa, mi tía Beatriz se cocinaba al sol desde bien temprano.
-Venite unos días me decía en el mail, Miramar sosiega el espíritu, necesitás descansar y olvidarte de esa guacha; hiciste bien en separarte, nunca me gustó Sofìa, ya te voy a contar lo que se decía de ella en la peluquería-. Se refería a mi ex, la muy puta me engañaba con su jefe, -de libro-.
Sentado frente a la mesita donde estaba apoyado el teléfono Benito miraba el gris aparato como si fuera un oráculo que le daría la respuesta.
¿Lo debo llamar?, se preguntaba, tengo que armarme de coraje y hacerlo. Vaciló, estiró la mano y levantó el tubo, lo miró por unos momentos buscando quizás a través de los auriculares, la presencia de quien fuera a atender la trascendente llamada que estaba a punto de realizar. Marcó el número y esperó.