Perdón Leo

Señales

Como suele suceder desde que el mundo es mundo, con la llegada del alba, amanece. Hoy, el sol apenas asoma en el horizonte, detenido, expectante, como el actor que momentos antes de salir a escena, espía por un resquicio del telón para confirmar que la sala esté lo suficientemente llena para que comience la función. Solo una parte de su corona amarilla similar a un huevo frito humeante flota en el borde del mar embravecido. El amanecer, acontecimiento previsible se hace esperar, un retraso mayor pondría en peligro la secuencia singular, el acontecer común a todos los habitantes del planeta. Los animales nocturnos demoran el regreso a las cuevas, los pájaros agitan sus alas sin atreverse a dejar sus nidos y los empleados públicos aprovechan para dormir un poco más, algunos ya decidieron tomarse el día libre.

Mi barquito zozobraba, se me ocurrió que si el mar estaba embravecido, zozobraba debería escribirse con v corta. El sonido de la palabra  inmediatamente me remitió al balanceo que el barco realiza de estribor a babor, dependiendo si uno está ubicado mirando hacia la popa o la proa.

El tamaño de las olas que como edificios a punto de caer se precipitaban sobre estribor o babor, en ese momento no importaba mucho,  me impedía disfrutar del espectáculo del amanecer sobre el mar, que como dije anteriormente, se demoraba más de lo corriente. La corriente marina furiosa hizo que se cortara la corriente eléctrica. Algo corriente cuando el generador toma contacto con el agua. Solo una diminuta lamparita conectada a un dispositivo solar de emergencia emitía un débil fotón de luz debido a que el sol había decidido apuntar sus rayos hacia otro sector del planeta.

Tomé el timón con fuerza para asegurar el rumbo, la popa o proa se hundía inclinando el barco hacia adelante y emergía con una fuerza descomunal haciendo que todo lo que estaba sobre la cubierta incluyéndome a mí, nos deslizáramos hacia atrás en una danza interminable. De pronto el sol comenzó a ocultarse. Durante la noche presentí que esa mañana sería extraña pero no tanto como para que se transformara en un anochecer. Un día fugaz o efímero o las dos cosas.

Me pregunté si la rotación de la tierra se había invertido, no supe que responderme. Tal vez la tormenta que se avecinaba  intimidó al astro rey o quizás al ver que mi barco sosovrava decidió dejar el amanecer para otro día u otra noche porque resulta necesario un poco de oscuridad para que amanezca.

El último resplandor me permitió divisar al tripulante de una pequeña lancha que navegaba sobre estribor o babor, vaya a saber. Intentó llamar mi atención con una linterna que emitía halos de luz intermitentes. Conocía esas señales, las había aprendido en el curso de timonel, le respondí con mi linterna de luz halógena y pilas recargables.

La primera señal que recibí fue, SOS, le respondí V.O.S S.E.R.A.S. Me pareció inapropiado que comenzara la conversación con una afirmación sobre mi persona.

Insistió S.O.S. M.E.O.L.V.I.D.E.L.O.S.P.U.N.T.OS, cambio.

No era momento para andar peleando, consciente que en esa situación nos necesitábamos el uno al otro decidí continuar con la conversación.

Intercambiamos todas las señales que habíamos aprendido del libro de procedimientos y algunas otras que se nos fueron ocurriendo. Al rato forjamos una buena comunicación. Aprendimos a relacionarnos con el encendido y apagado de las linternas. Por ejemplo encendida quería decir HO y apagada LA. Un encendido largo y uno corto QUE HAY DE CENAR y dos cortos VOY AL BAÑO.

La tormenta no amainaba o ava. Resultaba vital para ambos mantenernos conectados. Sería una noche larga, en general entre ocho y doce horas si es que el sol no se arrepentía de su deserción y regresaba.

Desde la popa o proa, nunca voy a saberlo, divisé un helicóptero, me iluminó la cara con un reflector que apenas me dejaba ver. Con un potente megáfono me exigía que regrese al puerto. Que puerto pregunté haciendo bocina con las manos, no me escucharon por el ruido del helicóptero. Gire el timón hacia estribor o babor y enfilé la propa o poa hacia donde el sol se divisaba como un disco anaranjado a punto de disolverse como una pastilla de Redoxòn. En mi apuro por obedecer las órdenes del guardacostas embestí la lancha, mi ocasional amigo aferrado a la linterna se precipitó al mar emvravecido, durante la caída alcanzó a enviarme la última señal,  SI  SERÁS.

3 comentarios en “Perdón Leo

  1. ¿El pedido de disculpas inicial es al dueño de la lancha? No es para menos…entre la «v» y la urgencia aparece el olvido y la pobre atención del otro….(él hubiera hecho lo mismo) que se le va a hacer ¡somos humanos! ¿no? MUY ENTRETENIDO…….

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