Señales
Como suele suceder desde que el mundo es mundo, con la llegada del alba, amanece. Hoy, el sol apenas asoma en el horizonte, detenido, expectante, como el actor que momentos antes de salir a escena, espía por un resquicio del telón para confirmar que la sala esté lo suficientemente llena para que comience la función. Solo una parte de su corona amarilla similar a un huevo frito humeante flota en el borde del mar embravecido. El amanecer, acontecimiento previsible se hace esperar, un retraso mayor pondría en peligro la secuencia singular, el acontecer común a todos los habitantes del planeta. Los animales nocturnos demoran el regreso a las cuevas, los pájaros agitan sus alas sin atreverse a dejar sus nidos y los empleados públicos aprovechan para dormir un poco más, algunos ya decidieron tomarse el día libre.